Lo cotidiano en Baobab. Entrevista a Carlos

Baobab - Carlos

Soy una persona normal y corriente. Mi familia y mis hijos son toda mi vida. Soy feliz con todo lo que tengo y quiero vivir la vida tranquilamente sin volverme loco: disfrutar y, al mismo tiempo, hacerlo relajadamente. Me gusta el orden y la rutina y me dicen que tendría que ser psicólogo porque se me da bien escuchar.

Y el fútbol. Le encanta el fútbol. Le chifla el fútbol. Sueña con fútbol. Se sabe alineaciones, entrenadores o resultados de partidos antológicos. De pequeño coleccionaba las secciones de fútbol de los periódicos y aún ahora guarda recortes con noticias de días históricos. Para hacerse una idea, sólo una anécdota: el día en que Carlos llegó a España con Vanesa, su mujer, jugaban la final de la Champions el Arsenal y el Barça. El partido le pilló en pleno vuelo. Por eso, Carlos, que es boliviano, pero un culé de pies a cabeza desde pequeño, salió del avión mirando a su alrededor buscando pistas del resultado: caras, sonrisas, alguna celebración… Al final, un hombre le dio la respuesta que deseaba, “ha ganado el Barça”. No recuerda la fecha tanto por la importancia del paso vital que estaba dando, como por la anécdota. Y es que lo de años, días… lo lleva fatal.

¡Si hasta tiene que pensar en los años que tiene! Pues como para recordar en qué año se vino a España. Pero es que para Carlos la fecha no tiene importancia. Ni su edad. Lo importante es cómo se vive.

Y para él, lo esencial es su familia. Es lo que le hace feliz. De hecho, con dos hijos adolescentes, ahora afronta la aventura de una nueva crianza. Lo lleva muy bien, pese que es un amante del orden y la rutina. Será porque su mujer le complementa aportando algo de improvisación. Pero es que es lo que vivió de pequeño: orden y rutinas marcadas. Más allá de eso, insiste que está orgulloso de que le enseñaran a ser educado y respetuoso con la gente. A dar la mano y a mirar a los ojos. ¿Será eso lo que le da la capacidad de saber escuchar a los demás? Dice que a veces, le basta con una breve conversación para detectar estados de ánimo o inquietudes de la gente y que entonces, sabe qué debe decir. Es positivo, cuesta verle sin la sonrisa puesta. Pero no es pose, Carlos es así. Donde otros ven una casa modesta, un coche modesto… una vida modesta, él ve una mansión de lujo y un lujo de familia con quien es feliz. Y le gusta ese posicionamiento vital.

Puede parecer que estamos ante un hombre silencioso y tranquilo, cual bosque remoto. Y más bien no. Charla y se ríe y juega. Mucho. Le encanta jugar. Se declara fan de los videojuegos, una afición nueva que puede disfrutar con la prole.

Pero también hace deporte, claro, fútbol, porque la adrenalina hay que soltarla. Pero bueno, siendo camarero en Baobab, también tiene su dosis, que el trabajo es duro. Pero le encanta. Conocer a la gente, poder atenderles y responder a lo que desean. Para hacer eso se necesita ser especialista en escuchar atentamente.

Ahora, lo que le volvería loco de ilusión a Carlos es llegar a ser entrenador de fútbol. Lo tiene todo: dotes de psiología, capacidad analítica, bagage futbolístico y una actitud constructiva. ¿Qué? ¿Lo fichamos?

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