Quisiera ofrecerte un guisante.
Un guisante te ofrezco como muestra de amor.
Si fuera cielo, te daría mis estrellas. Brillantes, iluminando cualquier oscuridad que apareciera. Apareciendo en el preciso instante del anochecer.
Si fuera sol, calor en caricia suave, en esa mañana, la más fría del invierno.
Si en cambio fuera una rosa, abriría mis pétalos y te envolvería con mi aroma en un paseo de abril. Si una amapola fuera, te llamaría con mi grito rojo para darte mi contraste, mi color vivo en un campo verde de mayo.
Podría ser nube, cargada de lluvia, y te regalaría mil gotas repicando en la calle y en los jardines, en las hojas de los árboles.
Te daría toda mi agua para regar las raíces y limpiar el aire que suspiras.
Si fuera palabra, te ofrecería mis letras y mi significado, mi sonoridad y mi rima.
Querría ser brisa para refrescarte un mediodía de junio. Azul para regalarte un cielo de primavera. Golondrina para regalarte mis alas y mi retorno.
Y aquí estoy yo. Siendo quien soy. Con mi guisante, mi humilde muestra de amor.
Soy yo, Baobab, el restaurante. Las manos que preparan en cocina, las sonrisas que asisten a las mesas, las paredes y sus mensajes, los colores de los sofás, quienes miman los huertos y quienes hacen el vino, quienes presentan los platos, quienes diseñan las cartas, quienes friegan los platos y quienes cuadran los números. Todo eso soy yo. Baobab. Quien te escribe esta carta de amor con un humilde y pequeño guisante. Como muestra de amor. Mi amor. El que siento por ti cada vez que entras por esa puerta. Estoy enamorado de ti. Desde que me escogiste entre tantos, desde que decidiste que ibas a volver. Tú, que podrías estar en cualquier otra mesa. Con mantel de hilo e incluso cubiertos de plata. Tú que podrías haber elegido un menú rápido o picar cualquier cosa en un centro comercial. Tú me eliges a mí.
Estoy loco por ti. Quiero decírtelo cada vez que te veo. He elegido este guisante para ofrecerte todo lo que soy y lo que tengo. Para decirte que lo que vives conmigo es lo que me despierta en la mañana y lo que me mece en la noche. Quiero quedarme en tu memoria, que me lleves contigo, que me guardes en tus recuerdos, que quieras vivirme, volverme a probar, compartirme, que me dejes latir en tu corazón.
Te quiero locamente.
Acepta este guisante como muestra de mi amor. Como ofrenda a esa belleza humilde y sencilla que construímos tú y yo. Como inspiración de todo lo que nos queda por vivir, por abrazar, por sentir, por recordar, por saborear. Acepta este guisante que desprende un verde intenso de primavera palpitante. Como si fuera el mismo universo metido en él.
Me gustaría, con este pequeño y humilde guisante, que supieras que siempre estaré aquí, esperándote, a que vuelvas. Para continuar viviendo en ti, latiendo contigo.