Lo cotidiano en Baobab. Entrevista a Jocilene

Soy Jocilene. Brasileña. Tengo casi 35 años y soy pedagoga de profesión. Soy muy responsable y me encanta la organización. Intento respetar a las personas y odio la injusticia. Ahora vivo una fase muy especial de mi vida porque seré mamá. Por las mañanas, agradezco a la vida por la oportunidad de poder empezar de nuevo, por poder intentar hacer las cosas mejor.

¿Es un pájaro? ¿Es un avión? ¡No! Es Jocilene. Transformada en águila. Volando libre. Viéndolo todo, dispuesta a arreglar las injusticias de este mundo y haciéndose invisible si hace falta para poder descubrir las actitudes que pudren el mundo y acabar con ellas.

Ahí está ella, con su preciosa tripa a punto de estallar. Con su sonrisa siempre a punto. Rumbo al horizonte, donde el celeste y el marino se unen en un azul hipnotizador, que le fascina. Pero, cuál águila, se transforma como ha sido capaz de hacerlo siempre. No necesita príncipes que le rescaten. Ella se basta para cumplir sus sueños, para ser como es y para sentirse orgullosa de ello.

De cualquier manera, Jocilene -De Carvalho, como la llama Marcelo- no es distraída ni etérea. Es organizada y responsable. Especialista en aprender muy rápido y ordenar las cosas. Tan ordenada es que lo deja todo en su sitio: los problemas del trabajo en el trabajo y los de casa, en casa. Pero es que disfruta… de todo. Forma parte del equipo de cocina en Baobab y le encanta preparar los platos. ¿Será que le quedó algo de su afición por guardar las recetas que venían en los paquetes de pasta cuando era pequeña? Su madre le regaló un cuaderno para clasificarlas y su padre le compraba los ingredientes para hacerlas realidad. Le encanta su trabajo: preparar cosas ricas que luego le gusten a la gente es un placer que ha experimentado desde pequeña.

Pero la cocina no es su principal vocación. La etapa más especial de su vida son los 13 años que ejerció de maestra en Salvador de Bahía, su ciudad. Y esa maravillosa perspectiva de la infancia que da el acompañar a las criaturas en los descubrimientos y en la evolución del aprendizaje. Quizás la mezcla perfecta sería ser maestra de cocina. Tal vez en la próxima transformación. De momento, se concentra en la de ser madre. Y en controlarse con los dulces, que la pierden. Y en poder ir a Brasil el verano que viene para que sus padres conozcan a Oliver. Le gustaría tenerlos más cerca. Les invitaría al Baobab. Pero aunque hay un océano de por medio, están más presentes y más inspiradores que nunca en su vida.

‘Ordem e progresso’. El positivismo de la bandera de Brasil también ondea con Jocilene.

Alegre. Serena. Risueña. Sus días empiezan con un “gracias a la vida” por el comienzo que le brinda. Y acaban con el orgullo de haberlo intentado una vez más. Ahora está en el banquillo, esperando a ser mamá. Pero con algo de silencio, entre cazuelas o abriendo el horno, se oye el ritmo de samba que espera su vuelta para ser bailada. Atención, que cualquier día vuelve y nos da una lección. Como maestra. Par chuparse los dedos. Educadamente, claro.

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