Tiempo de arena. Y uno siempre llega, de algún modo, si estás vivo, a orillas lejanas. Uno siempre llega, con los restos del naufragio. Y el vestido de seda, que se pone la mona, aunque mona se queda, que el oleaje esculpe en la tempestad de la experiencia, hecho jirones. Pero no importa, demasiado, la...